jueves, 17 de mayo de 2012

45

Tenía seis años y el vacío de un verano.
Nadie le contó en qué consistían los besos,
de qué estaba hecha la palabra amor,
el concepto miedo, la garganta a flor de piel.
Sólo le dieron una flauta de corteza de viejo roble,
le dijeron que con eso bastaba para comprender la ciudad,
para amansar a las fieras, para robar conceptos.
Tenía seis años y el miedo por compaña,
y un gato que le maullaba a los sucios,
minino de trapo que arañaba a los enamorados,
que de vez en cuando venía en silencio, le observaba
y dejaba un corazón sobre la acera, aún palpitante.

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