Era dura la flor, era de piedra
y alambres espinados en el tallo;
era dura la flor y hasta dolía
de imaginarla entre tus labios y los míos.
Eran también de piedra las fronteras
que separaban tu carne de mis yemas,
mas siendo así de piedra como eran
logramos derribarlas con solera.
Y es que qué es un hombre sino gárgola,
especie putrefacta en las despensas
de Dios, en los planos inefables
de los astros. Piedra con piedra
muere, besos de arena. Flores que,
tatuadas en las sienes y las alas,
QUEMAN