sábado, 29 de diciembre de 2018

2.55


Llego a la ciudad;
estoy solo.
Me bajo Grindr como a quien le baja la regla.
Como quien desesperado busca
derrarmarse en alguien
antes de que sea demasiado tarde y no,
no dudo.
Basta con el primer gajo que se ofrezca
a la solitaria actividad del onanismo
compartido,
así me engaño, sólo ocurrirá una vez,
me digo, y ya son treinta y siete
y siempre llego a otra ciudad;
no logro dormir
si estoy cachondo.

2.54


1.

de niña escribía deseos en cuadernos cuadriculados
los arrancaba uno a uno,
los hacía tiras,
los quemaba lentamente
me excitaba contemplar la llama lamiendo
el papel, enroscándolo
a las cuatro de la tarde bajo la luz del verano

2.

a lo mejor tu luz no
estría del mundo
fuero
a lo mejor tu luz ya no
es suficiente para contenerlo todo
todas las hambres, todo el silencio, todas las horas vacías

3.

tiene treinta y cinco años,
la locura en la mirada
y mil portadas de vinilos,
mala fama,
una hija que la odia,
tiene sueños de grandeza que se esfuman.
Nina aún tiene mucho por llorar frente al espejo.

2.53

La hendidura de la noche al volver a Lisboa,
una capa más en esta guerra de años,
¿por qué?, preguntas otra vez; te tocas el pecho
y duelen las ventosas bajo el cardio.
Ya no hay solución; sólo preguntas
a la inútil búsqueda de excusas a esta vida,
no son sólo ya veinticinco años,
es la madurez que acecha como un blues viejo.
Es el tiempo adulto, el contrato de trabajo,
es la enfermedad otra derrota,
es lorazepam robado a cal y arena
para sugerir un sueño a la canción,
canción de cuna para niños muertos,
otra tesis más sobre desdicha,
un caparazón de miedo miedo.
Ha caído la noche como siempre, es tarde
para lamentarse, lo has perdido todo a esta apuesta.
Sólo quedan malvas, añiles, azulmarinos,
todos los colores que los hombres temen.

2.52

El instante previo a
     la demolición
     el orgasmo
     un adiós definitivo
La enfermedad de los domingos por la tarde,
la pausa entre dos latidos,
una erección a medias.
Síntomas de ser humano,
carácter pútrido de la carne,
mal viento.
Tal vez nacer
no sea más que otro atentado.

lunes, 23 de abril de 2018

2.51


llegó una niebla a cubrirlo todo de cotidianeidad
como el verano que se viste de mosquitos y crema protectora,
efigies de cloro que espejan las pupilas de los niños,
así viniste tú a cubrir mis días,
con tostadas de arándanos y mantequilla, con naranjas exprimidas,
cuerpos desbordados de las sábanas crujientes
de almidón y suavizante. Así viniste tú,
al menos al principio,
cuando unos macarrones con tomate lo eran todo
y sentaban las bases de la luz y el tiempo era la carne.
Así llegó esa niebla dulce  y desmedida
sin pedir permiso ni perdón, sin avisar
acaso de la costumbre lenta inoculada en nuestros días,
llegó como un velero que sortea el salobre
a quedarse en las conversaciones robadas al insomnio,
llegó como los planes de domingo, como los parques,
los jardines de Lisboa.
pero tarde comprendí que la nube rosa de sosiego
no deja ver las manos, la mirada,
no permite concesiones al cansancio,
se espesa, anula todo, divide el habitáculo
sin que tú ni yo podamos impedirlo
y lo que parecía un regalo de los hados,
una facilidad de Zeus se torna inevitable
fin, en pan quemado.
No sé ya qué ha de durar un verano,
pero sé bien que los mosquitos, como la crema,
como el cloro,
son efímeros aunque se crean infinitos.