domingo, 2 de diciembre de 2012

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Ha llegado el momento, Cenicienta, de describir un arco perfecto en el cuento,
de dar la vida por dos gramos de popper y tu culo y el popper y tu culo;
ha llegado el momento de abrir un blog de determinismo y revolución,
calcular las disenterías de un sistema que nos viene grande,
reeducar a las expectativas, darles miedo.
Queda ahora, Cenicienta, por remendar la ropa del invierno de otro siglo
o hacerse un nuevo nudo a la altura del ombligo, sollozar porque el señor agente,
Mirabonitalasmanosdondeyopuedaverlas, aún no sabe que acabas de escapar
de tu quince cumpleaños y por regalo has recibido un quitaesmalte y un sombrero,
llevarse las manos a la boca y observar con gesto obsceno de Lolita ácrata e iletrada
y que papá oh papá abra la botella de Moët Chardon en la bañera
y te acaricien las burbujas por tu cuerpo por tus pechos por tu lengua.
Ha llegado el momento de detener el momento, de decirle cuatro cosas a la cara,
Oye tú momento, me llamo y tal y tengo tantos años y elijo la droga
y elijo los libros y elijo mi abrigo de tachuelas y elijo la vida que toda princesa merece.

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