No supimos ver debajo de la superficie
al monstruo que lo dictaba todo,
al monstruo que lo cambiaba todo,
que todo lo envenenaba.
No dejábamos de preocuparnos
y todo era inútil, inerte, yermo.
Cuando descubrimos la verdad,
era demasiado tarde.
Nuestros versos no podían salvar el mundo.
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