domingo, 13 de abril de 2014

2.26

A Francisco, que a mi lado sueña 
Nos envolvía tan tersa la luz
que parecíamos la caricia de un gigante.
Encontramos en Setúbal un refugio de siglos,
una cala sin rocas,
una farola en paz con el mundo.
Decidimos olvidar la desmemoria de la piel,
reinterpretar las sábanas,
detener el tiempo -si es que el tiempo
es plástico-, conciliar la meta
y la salida.
Nos envolvía tan tersa la luz,
y era primavera en la ciudad
de los corazones macilentos.
Nos envolvía tan tersa la luz,
tan tersa la paz de un cachorro...

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