Vienes sin voz, como un ser mutilado,
una afrenta de ayer,
un escapulario, otro milagro viejo.
Sabes que las sombras saben a poco,
a escarcha decepcionada, a serrín
a las ondas que provoca un insecto
ante la tensión superficial.
Has cedido; has aprendido
que el fondo está cubierto de calaveras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario