viernes, 27 de diciembre de 2013

2.9


Las muñecas de porcelana han descendido de las baldas
una a una
han dejado un rastro de manos, de piernas, de pies, de orejas esquilmadas.
Las muñecas de vudú
se han arrancado agujas de los labios, de los ojos, de la espina medular,
han contorsionado sus vientres
en torno a una cerilla prendida.
Aquí tienes mis muñecas
blancas, delgadas, rotas, atravesadas
por mil alfileres, por mil vidrios, mil tijeras,
mis muñecas son
el último regalo:
eyección de sombras chinas,
aulario de memorias,
sino que pierdo.
Amor.

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