lunes, 17 de marzo de 2014

2.20

Lisboa se nos ha hundido entre los dientes.
Todos sus puentes, sus castillos,
sus colinas hechas polvo.
Amor, se nos ha roto la ciudad de incertidumbre,
de hambre acumulada, de pendientes,
el café se lo lleva todo por delante: las casas,
los gatos, los adoquines, las latas de sardinas.
Hay un reguero de guerra en cada sombra de Alfama,
una desconfianza ciega se aferra a Belém,
Da la sensación de que la ciudad esté poblada de fantasmas,
de que el cuerpo esté vacío, cascarón roto
de una vida y un tiempo.
Has sido motivo de este Apocalípsis cíclico.

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