domingo, 20 de enero de 2013

89

A J.
Dijiste que podíamos.
Que valía con creer,
con desleírnos en las sábanas,
que podíamos.
Poder no es seguir la inercia al final del precipicio,
ni seguir es avanzar a ciegas en la noche,
ni creer consiste en asumir la inevitabilidad de mis acciones.
Dijiste que podíamos, sí,
pero no qué podíamos,
cómo lo podíamos,
por qué podíamos.
No explicaste los misterios de tu repentina decisión,
las instrucciones del exceso del amor en los límites
del mundo.

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