lunes, 8 de septiembre de 2014

2.40

A Francisco
No tiene nombre, no.
Es una erupción en el esófago que lo engulle todo,
un miedo repentino a qué,
una sombra de un futuro acrónico,
un desliz de un presente pantanoso.
Has intentado aprender a respirar bajo el agua,
has deseado respirar bajo el agua,
sentir el líquido por tus conductos,
has querido hundirte más que nada.
Vivir en un trampolín nunca fue fácil;
por más que niegues toda la literatura
y todos los besos del mundo
-en el fondo, por más que niegues lo único válido-
aún no sabes respirar.
Pero existe un lugar, una esfera en el mundo,
existe una persona-planeta, una cueva, un osario,
existe -después de todo- una razón para volver.
Siempre hay motivo para aprender algo nuevo,
a veces no estaría de más empeñarse en olvidar.
Por lo pronto, salvemos el pellejo:
la cumbre de tu pecho, la paz de tu saliva.

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