Otra noche ha vuelto Federico. Sus labios
fragantes témpanos de amor, sin consuelo
afrontan la tormenta sin cartas ni astrolabios;
avanzan presos del recuerdo, muerden el anzuelo.
Perdiste cuenta de cuántas cartas ya has quemado
y es inútil. Siempre vuelven y se instalan
cual fantasma preso en tu celda congelado
sus deseos y premuras se retuercen y calan.
Olvídalo; ya no es hora del recuerdo,
quien te maldijo y te arrojó a los cerdos
no merece un segundo: mantente cuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario