domingo, 3 de febrero de 2013

93

Espera sentado,
dijiste aquella tarde en la cancillería vieja del barrio obrero.
Y esperé y espero
a que cambie la dirección del viento que acarrea nuestra historia.

Ya no
encogemos la memoria ante el naufragio de conquistas,
rebajamos nuestros cuerpos al ladrillo agrietado por el frío,
ya no volvemos la vista a un punto cercenado a nuestra vidajuntos.
Sólo sé
que a veces veo un banco de mármol ciego,
de lánguida piedra en un badén de la ciudad,
y me siento solo, y callo.
Y espero.

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