lunes, 2 de julio de 2012

57

A G.
Sólo cuando llega a la meta,
cuando da la sensación del mundo perdido,
cuando descalzos arrastramos los pies polvorientos,
sólo cuando llega a meta
cree en Dios.
Reconoce el sonido de otros pasos,
a hurtadillas por la noche
(mamá no me enseñó a andar descalzo)
busca una huida nocturna y desquiciada.
En la cama sobra el calzado,
sobre el césped, piel y hierba,
las chanclas son un invento del demonio:
no tuvimos nunca dinero para un par nuevo de zapatos,
nadie nos dijo que, descalzos, Dios nos privaría de tanta vida.
Aunque lleguemos sin piel, sólo hueso y sangre,
aunque sean muñones nuestras piernas,
hallaremos el camino al infierno.

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