miércoles, 29 de enero de 2014

2.13

La brecha
a Marco, que blandió una espada
Hay una brecha en el mundo
la que separa a Salieri de Mozart,
a Trunks de Vegeta.
Hay una brecha que separa
universos, emulsiones, el grano de la paja,
la izquierda y la derecha.
Una brecha hecha del bozo del miedo,
un lugar sin cobertura ni gracias ni por favor,
una brecha donde asoman manos
de uñas sucias y esmalte dañado,
de donde emanan cantos y sollozos.
Hay una brecha en el mundo
que separa ayer y ahora,
un pasado donde ya, ya, ya,
un futuro donde no, no no.
La brecha no tiene nombre,
porque Dios no tiene nombres para todo,
y esta fisura irredenta, calma,
eterna
se parece a un foso.
Por cada línea que divide una cosa
se unen dos nuevas.
Ay, hay una brecha ahí,
en el lugar cegado por la tapia,
una brecha por la que todos los hombres han cantado himnos,
han escrito cuentos, han hechos videojuegos y películas
que tratan de separar, de definir un concepto.
Sólo tú fuiste capaz de darle nombre.
Aún quema con esa intensidad candente
el día en que supiste señalar con un beso negado,
con un gesto esquivo, con un adiós,
un hasta siempre, un ya, ya, ya, un no,
el día en que me aparcaste solo y ciego
justo en medio de la brecha.

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