tres décimas de segundo
en que flotamos
como colgados del techo
suspendidos en el aire
retozando sobre el colchón
sobre la gata
sobre el tiempo y el mundo.
Fuimos tan leves y tan altos
que encendíamos el aire con los dedos.
Caímos a plomo
pero recuerda
recuerda
en ese instante
fuimos infinitas
pavesas sin rumbo.
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